EL IMPONENTE ELEFANTE Y LA PEQUEÑA CADENA
“Tanto si crees
que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo correcto”
- Henry Ford
Toda la tarde habíamos visitado desde al más simpático
chango hasta al temible tigre blanco, en peligro de extinción. Estábamos
disfrutando de un paseo por el zoológico. Y ahora nos encontrábamos ante el imponente
elefante.
Mi pequeño sobrino de 6 años estaba fascinado con aquel
enorme animal, en lo particular, siempre me han llamado más la atención los
tigres y los leones, en general los felinos. Nunca había apreciado, ni sabía
mucho de los elefantes.
Habíamos contratado un guía llamado Juan, quien hizo amistad
inmediata con mi sobrino, ya que le preguntaba insaciablemente sobre cada
animal que visitábamos.
Yo también estaba interesado en las respuestas, ya que
estaba entendiendo a los animales mejor que nunca, a través de la ingenuidad y
libertad con la que un niño pregunta.
¿Qué tan grande es? ¿Cuánto pesa? ¿Qué tan rápido corre? ¿Es
más fuerte que el Gorila? (en ese momento, el ex-favorito del recorrido) – preguntaba
mi sobrino.
Juan, amablemente contestaba a cada una de las preguntas,
mientras yo asistía como si tuviera todas las respuestas y estuviera vigilando
a nuestro guía para que no le fuera a “mentir” a mi sobrino…
“El elefante es el animal terrestre más grande del mundo,
pesa tanto como 100 humanos juntos.”-dijo. “Es tan fuerte que con su trompa
puede arrancar árboles enteros. Realmente, ningún animal se atreve a
enfrentarlos cuando están en manada. Son demasiado fuertes, ¡más que el gorila!
Para darte una idea, el gorila es tan fuerte como 30 personas y el elefante
como 130” –le comentó a mí sobrino.
Debo confesar que aunque sabía que el elefante era muy
fuerte, el dato de Juan no me convenció. En un mano a mano, le hubiera apostado
al gorila sin pensarlo dos veces. Hice un apunte mental para verificar el dato
más tarde.
Mi sobrino estaba fascinado con los nuevos conocimientos (yo
también). El resto del recorrido ya no fue igual. Para mi sobrino, había un
ganador, el imponente elefante.
Seguramente se quedó pensando en ellos porque al final del
recorrido, de repente, lanzó su última pregunta a Juan…”No lo entiendo, el otro
día fuimos al circo y los elefantes estaban amarrados con una cadena muy
pequeña. ¿Si son tan fuertes, por qué no se escapan? ¿Les gusta estar ahí? No
creo, porque están encadenados, aquí estarían más felices”.
muy buena motivación :D
ResponderBorrarexelente ;)
ResponderBorrar(Y)
ResponderBorrarme encantan tus historias..!
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